A seis meses de la muerte de la ensayista y pensadora Beatriz Sarlo, su nombre vuelve a estar en la escena pública. Esta vez, no por una nueva publicación ni por un homenaje académico, sino por un conflicto sucesorio inesperado: el encargado del edificio donde vivía, Melanio Alberto Meza López, presentó un supuesto testamento ológrafo en el que la escritora le habría legado su departamento en Caballito y el cuidado de su gata Nini.
El documento, manuscrito y firmado —según Meza— por Sarlo en 2024, fue entregado en el Juzgado Civil N°91, a cargo del juez Carlos Hugo Goggi. Allí se abrió una causa que ya tomó decisiones de alto impacto: entre ellas, excluir como heredero al exmarido de Sarlo, Alberto Sato Kotani, una medida que fue apelada por su entorno.
¿Qué dice el presunto testamento?
“Alberto Meza quedás a cargo de mi departamento después de mi muerte y también quedás a cargo de mi gata Nini, que te aprecia tanto como te aprecio y valoro yo”, señala uno de los escritos atribuidos a la intelectual.
La defensa de Meza sostiene que los documentos reflejan una voluntad “inequívoca”, sin tachaduras ni contradicciones, y que fue él quien acompañó a Sarlo en sus últimos meses de vida. También aseguran que la internó en el Sanatorio Otamendi y cuidó de Nini tras la muerte de Rafael Filippelli, pareja de Sarlo desde 1984.
Los textos serán sometidos a peritajes caligráficos que podrían definir la validez del testamento y, con ello, el destino del patrimonio.

Pero la presentación de Meza López no fue bien recibida por el círculo más íntimo de Sarlo. Un grupo de allegados —entre ellos los académicos Sylvia Saítta, Adrián Gorelik, David Oubiña, Adriana Amante y Hugo Vezzetti— respalda públicamente a Sato como heredero legítimo y promueve la creación de una fundación cultural que resguarde el archivo, los libros y los derechos de autor de la autora de Escenas de la vida posmoderna.
Mientras la Justicia intenta dilucidar la autenticidad del testamento, surgió una polémica paralela: la influencer británica Vanessa Bell aseguró en redes haber comprado vinilos, libros y CDs pertenecientes a Sarlo en una disquería de Buenos Aires. Aunque luego borró el posteo, el entorno de la escritora sospecha de una venta irregular y recuerda que la sucesión aún está sin resolver.
Si finalmente se declarara inválido el testamento y Sato no fuera reconocido como heredero, el destino del patrimonio podría derivar en una herencia vacante, quedando en manos del Gobierno de la Ciudad.