El expresidente de Uruguay José “Pepe” Mujica falleció este martes a los 89 años, luego de una vida signada por la militancia política, la resistencia, el encarcelamiento y una popularidad que trascendió fronteras. Líder del Frente Amplio y figura central de la izquierda latinoamericana, Mujica fue un dirigente inclasificable: austero, directo, controversial.
Durante su mandato presidencial (2010-2015), promovió una agenda progresista que incluyó la legalización del matrimonio igualitario, la regulación estatal del cannabis y la despenalización del aborto. En plena era de consumo global, eligió mantenerse fiel a una vida sencilla, habitando la misma chacra rural a las afueras de Montevideo, en la que vivió durante más de tres décadas.
Su trayectoria política comenzó en la década de 1960 como cofundador del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, una guerrilla urbana de izquierda inspirada en la revolución cubana. Fue baleado, capturado, torturado y encerrado por más de 14 años, la mayoría en régimen de aislamiento. Durante la dictadura uruguaya (1973-1985) fue considerado “rehén” del régimen militar, una condición que agravó las condiciones de su detención.

Con el regreso de la democracia, Mujica recuperó la libertad y pronto ingresó al sistema político institucional. Fue diputado, senador, ministro de Ganadería y finalmente presidente, al vencer en las elecciones de 2009 con el 53% de los votos.
Mujica fue propuesto al Premio Nobel de la Paz y elogiado por figuras como Mijaíl Gorbachov y Barack Obama. Bajo su liderazgo, The Economist nombró a Uruguay “país del año” en 2013. También impulsó la recepción de refugiados sirios y de expresos de Guantánamo, en un gesto inusual en América Latina.
Pese a su gran proyección internacional, en Uruguay su figura despertó adhesiones y rechazos. Sus críticos lo acusaron de desaprovechar el crecimiento económico y de carecer de gestión técnica. Él siempre respondió con coherencia discursiva: “no hay felicidad en el consumo desenfrenado”.
Residía en una vivienda modesta de 50 metros cuadrados en Rincón del Cerro, donde cultivaba flores y hortalizas. Allí vivió junto a su compañera, la exvicepresidenta Lucía Topolansky, sin servicio doméstico ni comodidades. La chacra también fue hogar de su mascota Manuela, una perra con tres patas que se volvió símbolo de su vida austera.
En 2024, tras anunciar que padecía un cáncer avanzado, Mujica: “En mi vida, más de una vez anduvo la parca rondando el catre, pero me siguió pastoreando. Esta vez me parece que viene con la guadaña en ristre”. La noticia de su muerte marca el cierre de una vida excepcional, que pasó de la clandestinidad armada a los foros internacionales sin perder identidad.
