Lo ocurrido anoche no fue menor: El debut de Los Hijos de los Barrios en el Gran Rex confirma que el chamamé es de raíz profunda, comunitaria y ancestral, obvio que debe ocupar los escenarios más prestigiosos sin perder su identidad.
El apellido Barrios vuelve a resonar con fuerza, sostenido por músicos jóvenes, técnicamente preparados y emocionalmente conectados con su herencia.
Si este espectáculo marca el inicio de una nueva etapa, el chamamé puede estar tranquilo: su futuro está en buenas manos.
Los Hijos de los Barrios debutaron en el Gran Rex: una consagración chamamecera que abre un nuevo capítulo para el linaje Barrios.
El 21 de noviembre dejó una marca indeleble en la escena del folklore argentino. En un Gran Rex colmado y expectante, Los Hijos de los Barrios realizaron su debut en esta sala histórica con un espectáculo que no solo cumplió con lo prometido: lo trascendió.
Lo que se vivió anoche no fue un simple concierto, sino una verdadera consagración chamamecera, la afirmación de que el legado de los Hermanos Barrios sigue vivo, dinámico y reinventado en nuevas generaciones.
Un sonido que honra la raíz sin perder modernidad
El conjunto llegó al Gran Rex con una formación sólida y precisa:
-
Néstor Barrios – Voz líder
-
Tomás Barrios – Voz y presencia escénica
-
Rolando Gonzalez y Humberto Argañaraz – Bandoneones que sostuvieron la esencia litoraleña
-
Leandro Sanchez – Acordeón de línea clara y gran expresividad
-
Gonzalo Barrios – Bajo eléctrico, aporte rítmico fundamental
-
Oscar Ríos, Fernando Romero y Agustín Silva – Guitarras que construyeron la base armónica con sensibilidad y precisión
La sonoridad fue impecable, respetando la estética chamamecera clásica, pero con un aire renovado que da cuenta de una búsqueda generacional consciente.
Lejos de la repetición o la nostalgia vacía, Los Hijos de los Barrios desplegaron un repertorio equilibrado entre memoria y proyección, permitiendo que la tradición respire en manos jóvenes que no temen reformularla.
La presencia de invitados: un diálogo entre maestros y herederos
Uno de los puntos más altos de la noche fue la participación de grandes figuras del ambiente chamamecero:
-
Diego Gutiérrez
-
Antho Matti
-
Emilianito López
-
Simón y Monchito Merlo
-
Marco Antonio Cáceres
Las intervenciones de estos artistas sumaron matices y tensiones estéticas que enriquecieron el espectáculo. Hubo momentos de alto vuelo instrumental y otros de profunda emotividad, en especial los protagonizados por los Merlo, que marcaron un puente directo entre generaciones.
Cada invitado aportó su identidad sin opacar la narrativa central del espectáculo: la continuidad del apellido Barrios como parte del patrimonio del litoral argentino.
El homenaje a los Hermanos Barrios: memoria viva y no museo
El Gran Rex vibró al ritmo de un homenaje genuino.
Lejos de una evocación rígida o ceremonial, la propuesta logró reactivar la memoria de los Hermanos Barrios, referentes fundamentales del chamamé tradicional, desde una perspectiva actualizada y vital.
Los momentos audiovisuales, los relatos íntimos y las piezas reinterpretadas funcionaron como una cartografía emocional que situó al público frente a una historia familiar que se resiste a ser archivo: sigue siendo presente.
La maquinaria detrás del escenario
Un espectáculo de esta envergadura no podría existir sin una estructura profesional sólida.
El equipo técnico —compuesto por Guillermo Barrios, Jorge Gómez, Gustavo Meza, Javier Vergara, Gabriel Casco, Maximiliano Quintana, Marcelo Nuñez, Pablo Morales, Luciano Aguirre, Alejandro Campos y Guido Rodríguez— sostuvo una puesta precisa, sin fisuras y de altísima calidad.
La Producción General de Nelson Scaramuzzino logró un trabajo destacable: prolijo, respetuoso del género y a la altura de la exigencia del Gran Rex. Y argentina política y más noticias estuvimos ahí, invitación especial del concejal Mansilla de José C Paz. (Gracias totales)
El premio cinco estrellas también se lo llevaron las parejas de baile que mostraron su pasión




