Imagine Dragons regresó a la Argentina y se reencontró con su público local en un recital potente y emotivo en un Hipódromo de San Isidro colmado de fans. Con producción de DF Entertainment, el grupo liderado por Dan Reynolds presentó su Loom World Tour ante un predio colmado de gente, en una noche donde sonido, visuales y emoción se alinearon para ofrecer un show legendario.
Poco después de las 21:00 horas, las luces del Hipódromo bajaron, el murmullo se transformó en grito colectivo y los primeros acordes de “Fire in These Hills”, uno de los cortes favoritos de Loom (2024), marcaron el inicio de una noche épica. Imagine Dragons arrancó el show con una ráfaga de hits que dejaron en claro el nivel de su repertorio: “Thunder” (de Evolve, 2017), y “Bones” (Mercury) llegaron sin respiro, cargadas de ritmo y fuerza escénica. Entre ambas superan 4.500 millones de reproducciones en Spotify, convirtiéndose en verdaderos himnos globales. La respuesta del público fue inmediata: saltos, coros multitudinarios y una energía contagiosa que sentó bases sólidas para una noche bien completa.
La intensidad siguió con “Take Me to the Beach”, también de su último disco, y el remix de “Shots”, que sumaron elementos lúdicos a la experiencia: pelotas inflables surcando el cielo, ráfagas de humo, luces dinámicas y visuales perfectamente sincronizadas acompañaron la música sin opacarla. “Whatever It Takes” cerró este primer bloque con una entrega absoluta de la banda y un público ya rendido a sus pies.
Dan Reynolds, magnético como siempre y ondeando la bandera argentina, se mostró agradecido y cercano: “Los amo, amigos”. Entonces llegó uno de los momentos más íntimos llegó con el set acústico: “Next to you”, una balada de amor poderosa que corearon los fans abrazados, y “I Bet My Life”, canción con la cual el cantante aprovechó la tranquilidad para bajar del escenario y correr al encuentro con sus fans. Miles de luces de celulares encendidas acompañaron una escena que redujo el espectáculo a su forma más esencial: canción, voz, emoción.

La segunda mitad del show confirmó la magnitud del catálogo que Imagine Dragons ha construido a lo largo de más de una década. Cada canción se sintió como un momento central del concierto, empezando por “Bad Liar”, de Origins (2018) y “On Top of the World”, que desató saltos y sonrisas por todo el predio, remontando al público a los inicios de la banda . Más adelante llegó la colosal “Radioactive”, uno de los puntos más altos de la noche, que con su base grave y coros explosivos hizo temblar cada rincón del Hipódromo. “Demons” (con Dan Reynolds en el piano) y “Natural” aportaron profundidad emocional, mientras que “Walking the Wire” y “Sharks” mantuvieron el ritmo alto con ejecuciones impecables y visuales cargadas de dinamismo.
Antes del desenlace final, Imagine Dragons paseó a su público por una última secuencia de grandes momentos: “Enemy”, “Eyes Closed” y “Birds” fueron los últimos escalones de un viaje que combinó el presente de LOOM con sus himnos ya clásicos. Y el broche de oro llegó con “Believer”, un estallido final que llevó al Hipódromo al final de este ritual masivo, con confeti en el aire y un público entregado hasta el último acorde.





